domingo, abril 30, 2017
Mirta Rosenberg: Cuaderno de oficio
Ábrase el lugar
de la poesía
y que las palabras alimenten
aún con hielo sobre la tierra
dejar que el búho vuele
cortando el aire
como flecha, silencioso,
mientras yo
hago una endecha de amor
en clima frío. Dame ese consuelo
hasta que la hierba vuelva, nueva
***
Invierno. Soy una isla.
Me visita más gente
que cuando era tierra firme,
un continente.
***
Como dije: soy una isla
y la poesía es un camino
entre montañas y árboles
que por dentro me recorre
como sangre. Me alimenta
de mi hambre.
***
¡Vamos palabras, adelante!
El cuerpo las va a seguir
Aunque me haya abandonado
a mí
***
Los meses y los días,
dice Basho son viajeros
de la eternidad.
El paraguas me protege
del agua y de las palabras.
Así sentada puedo contemplar,
puedo peregrinar.
* Mirta Rosenberg (Rosario, Santa Fe, 1951). Poeta, traductora. Publicó diversos libros y recibió premios como la beca Guggenheim y el premio Konex al mérito por las traducción literaria.
** Los poemas que se transcriben pertenecen a la sección "Día a día", de su libro Cuaderno de oficio.
lunes, abril 24, 2017
12° FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA: Del 28 al 30 de abril de 2017
-Viernes 28 de abril
18:30 a 20:00
– Apertura (sala Alfonsina Storni, pabellón blanco): Palabras de bienvenida a cargo de Jorge Monteleone
Lectura de poetas
- Jaime Huenún (Chile)
Osvaldo Bossi (Argentina)
Marilyn Contardi (Argentina)
Horacio Zabaljáuregui (Argentina)
Liliana Ponce (Argentina)
David Huerta (México)
20:30 a 22:00 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Susana Villalba (Argentina)
Alejandro Archain (Argentina)
Guillermo Saavedra (Argentina)
Laura Wittner (Argentina)
Jorge Aulicino (Argentina)
Áurea María Sotomayor (Puerto Rico)
Sábado 29 de abril 18:00 a 19:30 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Lectura de poetas
Yaki Setton (Argentina)
Miguelángel Meza (Paraguay)
Paula Jiménez (Argentina)
Mario Arteca (Argentina)
Teresa Melo Rodríguez (Cuba)
Eduardo Espina (Uruguay)
Andrés Sánchez Robayna (España)
20:00 a 22:00 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Basilia Papastamatiú (Argentina/Cuba)
Anahí Mallol (Argentina)
Alejandro Crotto (Argentina)
Silvio Mattoni (Argentina)
Irene Gruss (Argentina)
Mario Montalbetti (Perú)
Eduardo Milán (Uruguay)
Homenaje a Girondo por Daniela Horovitz
Domingo 30 de abril 18:00 a 19:30 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Lectura de poetas
Graciela Perosio (Argentina)
Roberto López Belloso (Uruguay)
Dolores Etchecopar (Argentina)
Ana Castillo (Estados Unidos)
Marcelo Guajardo (Chile)
Luis García Montero (España)
20:00 a 21:30 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Luis Tedesco (Argentina)
Andi Nachón (Argentina)
María del Carmen Colombo (Argentina)
Carlito Azevedo (Brasil)
Carmen Ollé (Perú)
Raúl Zurita (Chile)
Coordinación general: Jorge Monteleone
– Apertura (sala Alfonsina Storni, pabellón blanco): Palabras de bienvenida a cargo de Jorge Monteleone
Lectura de poetas
- Jaime Huenún (Chile)
Osvaldo Bossi (Argentina)
Marilyn Contardi (Argentina)
Horacio Zabaljáuregui (Argentina)
Liliana Ponce (Argentina)
David Huerta (México)
20:30 a 22:00 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Susana Villalba (Argentina)
Alejandro Archain (Argentina)
Guillermo Saavedra (Argentina)
Laura Wittner (Argentina)
Jorge Aulicino (Argentina)
Áurea María Sotomayor (Puerto Rico)
Sábado 29 de abril 18:00 a 19:30 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Lectura de poetas
Yaki Setton (Argentina)
Miguelángel Meza (Paraguay)
Paula Jiménez (Argentina)
Mario Arteca (Argentina)
Teresa Melo Rodríguez (Cuba)
Eduardo Espina (Uruguay)
Andrés Sánchez Robayna (España)
20:00 a 22:00 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Basilia Papastamatiú (Argentina/Cuba)
Anahí Mallol (Argentina)
Alejandro Crotto (Argentina)
Silvio Mattoni (Argentina)
Irene Gruss (Argentina)
Mario Montalbetti (Perú)
Eduardo Milán (Uruguay)
Homenaje a Girondo por Daniela Horovitz
Domingo 30 de abril 18:00 a 19:30 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Lectura de poetas
Graciela Perosio (Argentina)
Roberto López Belloso (Uruguay)
Dolores Etchecopar (Argentina)
Ana Castillo (Estados Unidos)
Marcelo Guajardo (Chile)
Luis García Montero (España)
20:00 a 21:30 – (sala Victoria Ocampo, pabellón blanco)
Luis Tedesco (Argentina)
Andi Nachón (Argentina)
María del Carmen Colombo (Argentina)
Carlito Azevedo (Brasil)
Carmen Ollé (Perú)
Raúl Zurita (Chile)
Coordinación general: Jorge Monteleone
domingo, abril 23, 2017
Presentación: Humo – Revista/Libro de ensayo y crónica.
El tercer número de la revista de ensayo y crónica HUMO se presenta el jueves 27 de abril a las 20 hs. en el Bar La Tribu, Lambaré 873, CABA. Este número titulado "La razón salvaje", que trató lo animal, lo salvaje y lo (sobre)natural, será presentado por Mónica Cragnolini y Esteban Valesi. La revista cuenta también con textos de Eduardo Grüner, Juan B. Duizeide, una entrevista a Mariana Enríquez y un ensayo fotográfico de la Sub cooperativa de fotógrafos, entre otras colaboraciones (www.revistahumo.com.ar).
martes, abril 18, 2017
lunes, abril 17, 2017
Pablo Ingberg*: SUB SPECIE AETERNITATIS**
Que
el cielo no es celeste se sabe y sin embargo
celeste
es una voz que desciende de cielo
si
bien no ha descendido desde el cielo
aunque
algo de eso hay
porque
está entre nosotros y no arriba
lo
mismo que el cerúleo sonoroso
que
nos llena la boca al pronunciar
ese
cielo que azula nuestro ver
azules
luminosos cuyos nombres
debemos
a aquel cielo de ilusión
azul
sólo al cristal de nuestros ojos
pues
color allá arriba no veríamos
si
no hubiera el pincel de la ilusión
Ahora
bien ilusión es una voz
que
ha descendido tanto con el uso
manoseada
por voces que pronuncian
azul
como si fuera algún color
no
un sonido celeste descendido
pero
no con destino de seguir descendiendo
por
el uso sino para elevarse
en
ojos que se azulan de ilusión
la
visión a través de un vidrio oscuro
del
celeste donde sólo hay ausencia
vacío
interminable al que salpican
unos
granos de arena que espejean llamados
estrellas
o planetas o satélites
según
su grado de luz propia o dependencia
pero
tan pequeñitos que apenas si los vemos
o
vemos un recuerdo la luz que abandonó
en
un rincón de la ausencia
una
estrella que ha muerto en el tiempo inmemorial
y
el recuerdo titila la ilusión
de
que allí supo estar y que ha dejado
la
evidencia el testimonio
de
que seguimos viendo en la vigilia
el
mensaje en clave luz
titilante
de
una estrella apagada en el pasado
Ahora
bien si el pasado sólo existe si recuerdo
en
el presente eterno en que es leída
o
escrita esta: palabra
porque
fuera de ese instante no existe
entonces
nuestra estrella no ha existido jamás
excepto
sub specie aeternitatis
ilusión
de eternidad
el
recuerdo presente de lo que
no
podría decirse que haya sido
a
menos que sea asido en el presente
que
no puede decirse que recuerda
sino
inventa el pasado la ilusión
Entonces
la ilusión es la que tiñe
unos
ojos celestes que serían
incoloros
como una estrella muerta
en
el pasado que no existe
pero
esos ojos celestes si recuerdo
no
titilan como estrellas sino miran
fijos
en el recuerdo que recuerda
hasta
que muera la ilusión
De
donde la ilusión sería recuerdo
y
deseo
deseo
de que hubiera sido tal
y
como es recordado
y
deseo de lo que habrá de ser
alguna
vez si deseado
deseo
de pasado y de futuro
el
perpetuo presente la ilusión
Es
invierno supongamos
porque
el recuerdo es otoño
una
llovizna fina y persistente
y
el deseo es primavera
un
sueño resurrecto que vuelve a florecer
de
lo enterrado en el recuerdo
es
invierno y el frío en el cuerpo es presente
si
hay frío en el recuerdo y hay calor
en
el sueño llamado deseo en la vigilia
que
se llama ilusión
Porque
¿llama la ilusión? es decir
la
ilusión una llama sí
el
celeste de una llama invernal
el
cerúleo del ocaso en que una estrella
retorna
a titilar a la hora del sueño y llama
a
ver presente lo que ha muerto lejano
como
al niño al que le dicen
desde
allí te está mirando
tu
madre por ejemplo
esos
ojos tan blancos de luz muerta
(pues
se trata quizá de alguna estrella
que
ha muerto en el vacío llamado cielo negro)
esa
luz vacilante que titila
vacilante
en el presente si recuerdo
y
deseo de ese mismo titilar
la
memoria algo muerto que de pronto resucita
en
el presente que es eterno recuerdo
o
el recuerdo que es eterno si presente
en
la memoria celeste incoloro
o
celeste que desciende de cielo e ilumina
azules
luminosos que la lluvia
niega
en el otoño pero es cierto
también
llueve en primavera y justamente
es
eso lo que riega en las rosas por ejemplo
el
deseo de nacer otra vez
pero
no radicalmente
es
decir sí de raíz
pero
no radicalmente de nuevo
sino
radicalmente de la misma raíz
la
ilusión del deseo
Ahora
bien cuando el niño
(renacer
del recuerdo)
pinta
el cielo celeste y las estrellas
blancas
o tal vez
las
prefiere plateadas
de
papeles brillantes recortados
del
recuerdo de haber sido niño
y
recortado del recuerdo
pinta
el cielo al ocaso
cerúleo
y salpicado
de
brillantes estrellas de papel
que
brillan si a la luz de alguna lámpara
pero
apagada la lámpara
entonces
no hay pintura no hay color
sino
recuerdo y deseo en lo incoloro
la
ilusión que sigue viva
o
quizá resucite
y
vuelva a suscitar
en
el instante en que esto muere:
*Pablo Ingberg (Dolores, 1960). http://www.pabloingberg.com. ar/
**El poema que se reproduce pertenece al libro Nadie atiende los llamados.
sábado, abril 15, 2017
Oscar Masotta: La locura, el padre y un traje de Anselmo Spinelli
“Habrá
entonces que comenzar por el comienzo. Y si uno se quiere escritor el comienzo
es su primer libro. “Todo” comienza entonces a los veintiún años. Yo llenaba
entonces, y trabajosamente, las horas de un grueso cuaderno Avón mientras que,
manipulando palabras, hacía una cierta experiencia del mundo, a cuyo sentido,
o contenido, llamaré de esta manera: lo siniestro. Esto significa: que quería
ser escritor y que cuando intentaba hacerlo encontraba que no conocía el nombre
de las cosas. Que no conocía ninguna palabra, por ejemplo que sirviera para
distinguir el estilo al que pertenecía un mueble. Y tampoco conocía el nombre
de las partes de un edificio. Si el personaje de mi novela bajaba por una
escalera, y apoyaba la mano mientras lo hacía, ¿dónde la apoyaba? ¿En la
“baranda” o en la “barandilla”? Y si el personaje miraba a través de un balcón,
¿cómo nombrar los “travesaños” del balcón? Travesaños, simplemente. O tal vez
“barrotes”. Pero me perdía entonces el sonido material de las palabras y me
parecía grotesco y desmesurado llamar, por ejemplo, “barrotes” a esos
“travesaños”. Y si me decidía por la palabra “travesaños”, me parecía de pronto
pobremente descriptiva para contentarme con ella. Si mi personaje debía caminar
por la calle, y creía imprescindible envolverlo en la atmósfera propia de un
determinado momento del día, había que decir “que caminaba bajo los árboles”.
¿Pero qué árboles?, ¿“Pitas” o “cipreses”? ¿Se dan cuenta de la locura? Lo
siniestro era el descubrimiento de aquel idiotismo. Yo, seguramente un idiota
mental, pretendía escribir. Tenía miedo.
“Ese
miedo nunca me ha abandonado. O mejor: el miedo nunca me ha abandonado. Es
aquel ese miedo que se reflejaba en una más que sugestiva fotografía de la
época. Se ve en ella una cara irregular y un poco mofletuda. La nariz levemente
torcida. La frente, sin arrugas, pero con surcos, cae fláccidamente sobre las
cejas, las que se juntan a la altura del comienzo de la nariz. La mirada,
floja, como incapaz de penetrar nada. Y una mezcla de estupor y de disgusto (de
disgusto concreto, como si estuviese frente a un plato de comida un poco
repugnante) envuelve la zona de la boca, el labio inferior ancho y un poco
caído, una comisura lateral empujando al labio superior hacia arriba, y como
todavía no había aprendido la ventaja que consiste en ocultar el tamaño de las
orejas llenando de cabello los costados de la cabeza, las orejas aparecían en su
tamaño natural, largas y un poco separadas. Cuando vi por primera vez la foto
me acuerdo, me asusté bastante. No era que temiese a mi fealdad: la conocía. Lo
que me inquietaba era como la presencia en la foto de algún germen congénito de
anormalidad (...)
“Esa
sensación me acompañó durante mucho tiempo. Aunque sospechaba que lo que temía
congénito, no se originaba en la naturaleza ni en la biología, sino en la
cultura y en la sociedad. Esa atmósfera vagamente mórbida de mi rostro de
aquella fotografía tenía que ver conmigo y con el dinero, con el dinero y con
el trabajo, con el trabajo y con el trabajo de mi padre, con el “status” de mi
padre, con mi conciencia y con mis deseos. Me basta ahora mirar la parte
inferior de la fotografía para cerciorarme de ciertos datos que tienen que ver
con el origen de mis “rasgos de carácter” y también de mi temperamento. La ropa
que llevaba: un traje cruzado, oscuro, de franela, a rayas blancas. Además, una
camisa blanca y una corbata oscura. Se dirá: un conjunto banal, en el cual es
posible leer bastante poco. Pero si se mira la foto con cuidado se puede observar
un cierto corte de las solapas, que el saco se estrechaba en el pecho, que
“cruzaba” bastante más de lo normal. En verdad –como yo decía-: un saco de
corte perfecto. Y lo era: lo había hecho Anselmo Spinelli. Pero ese sastre no
lo había hecho para mí: habrían sido necesarios más de dos sueldos enteros de
mi padre para pagarle la hechura. Ese traje, sobre mi cuerpo, era ya una locura
sociológica, por decirlo así. Yo lo había comprado –después de rogarle para que
me lo vendiera- a un compañero en el servicio militar. El hijo de un juez de la
Capital y de una familia dueña de algunos campos en la provincia de Buenos
Aires. Pero yo sabía todo esto. Sin embargo, no podía dejar de despreciar a mi
padre puesto que “carecía de gusto”. Y efectivamente: se vestía con el gusto
mediocre de un bancario. Él me contestaba que era cuestión de dinero. Pero yo
sabía que no era así, o que era una cuestión de dinero pero no en el sentido
que lo entendía mi padre: mi padre ignoraba los principios más generales de un
dandismo a la inglesa que yo en cambio me sabía de memoria. Los había aprendido
mirando, fascinado, la ropa de Marcelo Sánchez Sorondo (hijo) que había sido mi
profesor de historia en la escuela secundaria. Yo no sabía entonces quién era
en verdad mi profesor de Historia. Mientras despreciaba a mi padre. En cuanto a
la ropa inglesa, “clásica”, todavía hoy me fascina. Y en cuanto a la época de
la foto, es seguro que todo esto no podía no desfigurarme, no enfermarme, a la
larga, o en aquel momento, ya, de algún modo...’’
[Tomado de Sexo y traición en Roberto Arlt. Centro
Editor de América Latina. Buenos Aires: 1982]
miércoles, abril 12, 2017
martes, abril 11, 2017
Librerías: El cuaderno de música de María del Carmen Colombo
Algunas librerías donde podés adquirir ahora El cuaderno de Música, de María del Carmen Colombo:
-Hernández: sucursal de Avda. Corrientes y Talcahuano.
-Antígona Libros:
- Av. Callao 737- 4812-7364 / antigonacallao@edicionesdelsol.com.ar
-Las Heras 2597 - 4802-8414 / 9442
-Librería Norte: Avda Las Heras 2225 (1127). Ciudad de Buenos Aires
Tel/Fax 4803.3944 Tel 4807.2039
-Hernández: sucursal de Avda. Corrientes y Talcahuano.
-Antígona Libros:
- Av. Callao 737- 4812-7364 / antigonacallao@edicionesdelsol.com.ar
-Las Heras 2597 - 4802-8414 / 9442
-Librería Norte: Avda Las Heras 2225 (1127). Ciudad de Buenos Aires
Tel/Fax 4803.3944 Tel 4807.2039
lunes, abril 03, 2017
Pablo Ingberg: Del libro "Nadie atiende los llamados"
La luz al otro lado
Una lámpara rompe al encenderse
el agujero negro de la noche
musgo y briznas de hierba indescifrable
con visos de llegar a ser monstruosas
asoman de la grieta al otro lado
de la cual se sospechan desfondados sin nombre
La vía dolorosa
Un pasillo en penumbra
luz al final quién sabe
vista o imaginada
deseada sin duda
ventanas a los lados
tapiadas de postigos
luz afuera quién sabe
luz adentro con duda
el guante se da vuelta
el pasillo de vuelta
no se sabe otra forma
*Pablo
Ingberg (Dolores, 1960), Del libro: Nadie atiende los llamados, Ediciones
Cada Tanto, Buenos Aires, 2010.
**Véase el blog campodemaniobras.blogspot.com
**Véase el blog campodemaniobras.blogspot.com
domingo, abril 02, 2017
Evgueni Evtushenko: Dos ciudades
“ "No hay vida ni muerte. Es lo
tercero", dijo Marina Tsvietáieva. Entonces -no- despido al gran poeta
Evgueni Evtushenko , con este poema suyo que traduje ya hace tiempo”:
Natalia Litvinova
DOS CIUDADES
Soy un tren
que hace años corre
entre la ciudad Sí
y la ciudad No.
Mis nervios están tendidos
como cables
entre la ciudad No
y la ciudad Sí.
Todo está muerto y asustado en la ciudad No,
igual a un despacho empapelado de tristeza.
Por las mañanas enceran con bilis su parqué,
los sofás están hechos de falsedad y las
paredes de desgracias.
Los retratos miran con sospecha,
cada objeto parece enojado.
Acá jamás se te dará un buen consejo,
ni un ramo de flores, ni un simple saludo.
Las máquinas de escribir teclean en respuesta:
"No-no-no...
no-no-no...
no-no-no..."
Y cuando se apagan las luces,
se inicia la lúgubre danza de los fantasmas.
Jamás, ni aunque te mueras, se te dará el
boleto
para escapar de la negra ciudad No...
En cambio, la vida en la ciudad Sí
es un canto de mirlo.
No tiene paredes, es como un nido.
Las estrellas quieren caer en las manos de
cualquiera
y otros labios, si avergonzarse, solicitan tus
labios
mientras murmuran: "no te
preocupes..."
La incitante reseda pide ser arrancada,
mugiendo los rebaños ofrecen su leche,
nadie mira con recelo,
adonde quieras ir, te llevarán de inmediato,
trenes, aviones, barcos,
y, con rumor de años, corre el agua susurrando:
"Sí-sí-sí...
sí-sí-sí...
sí-sí-sí..."
Sólo que a veces es aburrido
que todo se me dé sin esfuerzo
en esta ciudad Sí multicolor y radiante.
¡Es mejor ir y venir
hasta el fin de mis días
entre la ciudad Sí
y la ciudad No!
¡Mejor tener los nervios tensos,
como cables,
entre la ciudad No
y la ciudad Sí!
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